Desde mi experiencia emprender un negocio se compara con una emocionante montaña rusa. Parece sencillo, divertido pero pocas veces estamos conscientes de todo el trabajo que implica.
Para comenzar es necesario escuchar cuidadosamente nuestra propia conversación interna mezclada entre:
- La adrenalina de una gran idea
- Las expectativas con el miedo a fracasar y
- La realidad.
¡Se requieren romper tantos paradigmas que el subidón y bajón emocional es perfectamente comprensible! Los emprendedores pasamos de la emoción al miedo y muchas veces los resultados que arroja el mercado no son los que esperábamos, pero son buenos.
Después de esta primera etapa, se requiere deshacer el nudo mental y de emociones, tener capacidad para ver el alcance y el impacto de nuestras decisiones. Tenemos que empujarnos a nosotros mismos a ser objetivos. A esta etapa yo la comparo con la fila en la que esperas subir a la montaña rusa; se trata de la planeación del negocio y aquí tenemos tiempo de observar a quienes ya se subieron, sus aciertos y errores, verlos ahí disfrutando desalienta o inspira a seguir en la fila.
¿Un consejo? A mí me gusta ir acompañada, escuchar las experiencias de quienes ya se han subido y también de quienes están ahí por primera vez para así animarnos y compartir las experiencias. Conviene que toda la información la tomemos de manera positiva o de lo contrario el miedo, que puede estar dominado para ese momento, puede resurgir con más fuerza y empujarnos a decisiones equivocadas.
Al estar listos llega a el momento de tomar nuestro lugar. Regresa esa intensidad abdominal, quizá resulta que no es como estaba planeado. Así que es el momento de tomar decisiones rápidas. El punto de no retorno es cuando bajan los arneses y comienza a avanzar, el juego ya comenzó, a partir de ese momento solo quedan dos opciones: una es desear con mucha fuerza que la aventura termine lo más pronto posible y la segunda es disfrutar las subidas y bajadas, las vueltas inesperadas, los cambios y las sorpresas que la montaña rusa de emprender ofrece. Porque ¡claro que habrá sorpresas y MUCHAS! Pero es decisión de cada emprendedor aprender a disfrutarlas, reaccionar con inteligencia y rapidez, pero al mismo momento CALMA. Sí, paz y calma porque también como emprendedores nos conviene aprender a estar con la mayor tranquilidad posible, disfrutar y aprender de cada nueva experiencia que tengamos.
Por último, al bajar, si la experiencia fue buena y la disfrutaste, quizá te animes a volver a hacer la fila o ir hacia un reto más grande. Si la experiencia no fue tan buena, quizá se requiera un poco de tiempo para prepararse y volver a intentarlo. Realmente no existe el final en esta aventura que significa emprender; cada día hay nuevas cosas que aprender y aplicar. ¿Suena difícil? A veces lo es pero dependerá de tu actitud si decides divertirte y aprender o asustarte y desistir. Recuerda siempre: el camino al éxito no es un camino recto sino un camino lleno de obstáculos, sorpresas, bajadas y subidas ¡Es una montaña rusa! La montaña rusa del emprendimiento está ahí, siempre invitando a vivirla.
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